Actividades Terapéuticas I. Mantener la mente activa en la vejez

Mantener la mente activa es importante en todas las etapas de la vida, pero su importancia aumenta en la vejez. En la infancia, adolescencia y la edad adulta, recibimos una estimulación constante a nivel cognitivo mientras estudiamos o trabajamos. Es algo inherente a las actividades del día a día, por lo que mantener un nivel mínimo de actividad mental no supone ningún esfuerzo. Sin embargo, en la vejez, la estimulación cognitiva deja de estar de manera innata en nuestro día a día. Mantener la mente activa en esta etapa de la vida es importante para prevenir y ralentizar el deterioro cognitivo propio de la edad, así como la pérdida de autonomía personal asociada a este deterioro de las funciones cognitivas.

Las funciones cognitivas son los procesos mentales que nos permiten manejar información y realizar tareas. En nuestro día a día, recibimos información de nuestro entorno, seleccionamos aquella información que es relevante descartando la que no lo es, procesamos la información nueva en base a nuestras creencias, conocimientos y esquemas mentales, y posteriormente la almacenamos. Actuamos en base al procesamiento que hacemos de la información nueva y aprendida.

Las funciones cognitivas son la atención, la capacidad para reconocer información previamente aprendida (caras, sonidos, texturas), la memoria, la orientación personal, temporal y espacial, el razonamiento, la capacidad de toma de decisiones, la planificación… entre muchas otras.

 

¿Cómo podemos mantener activas estas funciones?

Al igual que para mantener el cuerpo activo hay que ejercitarlo mediante el movimiento y el esfuerzo físico, la mente se mantiene activa mediante ejercicios cognitivos. Si dejamos de caminar, nuestras piernas se debilitan cada vez más, haciendo que nuestra capacidad para andar sea cada vez menor. De la misma forma, si no trabajamos nuestras funciones cognitivas, estas van a ir en decremento.

Existen ejercicios específicos para trabajar más unas funciones cognitivas que otras, pero resulta imposible estimular una función de forma aislada. En un ejercicio de estimulación de la memoria, intervienen la atención, el reconocimiento, el lenguaje y la memoria en mayor o menor medida, junto a otras funciones cognitivas.

Existen diferentes tipos de ejercicios. Por un lado están los ejercicios de estimulación cognitiva que utilizan los terapeutas ocupacionales y los psicólogos a la hora de realizar una intervención terapéutica. Son ejercicios que utilizan los especialistas en estimulación cognitiva, midiendo el rendimiento de la persona que los realiza en ese momento. Este rendimiento se puede comparar con los resultados obtenidos anteriormente por el usuario, así como con los resultados obtenidos por su grupo de referencia (personas con características similares en edad, sexo, nivel cultural, etc.). Estas comparaciones permiten ver el grado de preservación de las funciones cognitivas, así como su evolución (positiva o negativa).

También existen ejercicios que podemos realizar por nuestra cuenta o en compañía de familiares o amigos. Una tarea tan simple como leer una noticia y comentarla con alguien o resumirla de forma oral o escrita, nos permite ejercitar la atención, el lenguaje, la memoria y el razonamiento.